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Categoría: Cadete femenino A

Publicado: Lunes, 28 Mayo 2012 23:00

Lunes 28 de mayo. 15:30 h.: Meigas hubo en el sorteo de los grupos y en los horarios de este campeonato sobre todo para nosotros, no sólo nos tocó un grupo casi inaccesible, sino que también nos tocaron unos horarios insoportables, salvo para unas chicas duras como las nuestras. La noche transcurrió con mucha tranquilidad, debido al cansancio que provocó el día anterior. Olvidamos un dato muy importante en la narración anterior y es que durante el partido frente al Ros Casares sufrimos una lesión de cierta relevancia. Silvia, que por aquel entonces era nuestra mejor jugadora, en un pase largo fue arrollada por tres jugadoras rivales, y como quiera la cosa que sean pequeñas, sufrió una tendiditis en el hombro.

Rápidamente fue atendida por los servicios médicos del Campeonato, siete personas, que la hicieron sentir la reina de la casa. La tuvieron que atar porque insistía que ella salía a jugar en el segundo tiempo. La recomendación de los médicos fue que no jugase más en el campeonato, pero su corazón fue mucho más grande que su dolor y a pesar de los gestos de sufrimiento, aportó unos minutos en cada partido y además a un gran nivel. Sin duda una jugadora de la que sentir orgullo porque vista nuestros colores.

En fin, volvamos al presente. Tocaba jugar contra el Cartagena a las 9:00 horas por lo que un servidor se levantó a las 6:45 y a las 7:00 tocamos diana a las guerreras del Bahía. Hoy era nuestro día, la oportunidad de ganar nuestro primer partido en un Campeonato de España y no podíamos desaprovecharla. Tras el desayuno suave y deportivo emprendimos el camino de la gloria y como dicen que la gloria está arriba, subimos hacia el pabellón que dista a un kilómetro del Hostal y que es todo cuesta arriba. Llegamos incluso antes de que abriesen y es que nuestras ganas eran grandes. Calentamiento, concentración y a por ellas. El partido comenzó bien con un gran dominio de Rocío bajo los tableros y una Sofía inspirada. Llegamos a ponernos 10 arriba pero pronto volvimos a las andadas. Nuestra débil defensa y nuestro miedo en ataque hacía que las rivales nos remontasen y se pusiesen por delante. Otra vez que no éramos nosotras, que el miedo nos atenazaba. Al descanso nos marchamos con empate en el marcador y la sensación de estar perdiendo una gran oportunidad de ganar el partido. Nueva arenga para dar ánimos y una zona principal argumento de nuestras victorias, para sorprender. Y a fe que lo hicimos. Rompimos el marcador y nos marchamos hasta una máxima diferencia de 17 puntos. Pero no crean que estaba todo hecho, ni mucho menos. El partido comenzó a ir por arreones, se nos acercaban y nos marchábamos y así hasta el final del partido. Tan igualado fue que terminamos ganando por un punto de ventaja. No era mucho pero para nosotros lo suficiente, habíamos ganado un partido. El resto de la mañana continúo viendo partidos de los demás equipos y fijándonos en todo los que nos queda por aprender.

Tras la comida, la merecida siesta, esta vez para todas. Yo me quedé departiendo con los padres, entre cortados. Los que no se cortaron fueron ellos. Me mostraron su malestar con el equipo porque las veían sin ilusión, sin ganas. Los demás equipos eran una envidia, justo lo que ha sido el nuestro todo el año y ahora había dejado de serlo. En fin, yo que venía contento por la victoria, salí deprimido de tan amena reunión, lo que hizo que ya no durmiese ni la merecida siesta. La tarde pasó con horas de estudio, para las menos, horas de paseo y tiendas con Luci y Belén y horas de básquet con Jordi Jr y conmigo. Los padres, más listos que el hambre, marcharon a visitar los pueblos de la zona, sobre todo a experimentar sus costumbres curinarias. Así pasamos la tarde dispersados por la geografía oscense.

Tras la cena y la diversión de la noche nos juntamos para dar fin al día. Puesta común, reflexión profunda. Les hice ver que sacaría en el quinteto titular a cinco padres, porque tenían muchas más ganas que ellas mismas. Era nuestro último partido y este equipo que había sido un orgullo para todos no podía acabar de una manera tan poco ilusionante. Pareció que lo entendieron y ciertamente en el día siguiente íbamos a ver que así fue. Y todas a la cama, incluidas las ayudantes que no hay manera de que me acompañen a una de las reuniones nocturnas. Esta noche tampoco y es que su vida de estudiantes es tan dura que necesitan descansar en estos días de ajetreo.

En definitiva tuve que caminar solo en pos de los progenitores que como cada noche estaban tapeando y esta vez acompañados de los aficionados de Sant Andreu, hermanando las aficiones de cara al partido del día siguiente. No esperaban la que les teníamos preparada. Al final quedamos solos los bahienses y pronto una minoría de ellos que visitamos el bar de la peceras de Gin y de Toni. El fresco de la noche y sobre todo el sueño, hizo que la velada no fuese muy larga, aunque si amena. Mañana será otro día.